Ayer supe decir adiós y pude finalmente empezar a cerrar. Siento que no debo nada, se que no me deben nada a mi.
Como debe de hacerse, con el corazón en la mano y sin voltear a ver, dije adiós. Llorando con mi alma sonriendo con la mirada, besando con el pensamiento, acariciando con mi soledad
Hace siglos pensé que lo había visto todo, que lo sabia todo, que no había nada mas por aprender, pero en los últimos tiempos me doy cuenta que aprendo y realizo aun mas hoy que cuando todo empezó. Y aunque sienta que sea tarde porque hubiese querido saber lo que oy se mucho tiempo atrás, se que cada día soy mas humana, cada día soy un poco mejor y que, aquí, hoy y al final, ésto nuestro ha sido enteramente digno del instante mas sublime cuando fuimos uno con amor.
Que las cosas no fueron como yo esperaba? Y qué? Tampoco lo fueron para el. Que me quede con las manos aun llenas? Y qué?, si pude dar y amar. Que no me llenaron de rosas mi camino? Y qué, me acompañaron en mi caminar. Que hoy no hay brazos que me envuelvan, ni lecho que me espere, ni reflejo en mi mirar? Y qué? La fuerza y ternura de sus besos dejan eco en este corazón.
Hoy me voy, si, pero me quedo en el y me llevo lo mejor de lo que fuimos los dos. Le dejo, para cuando pueda verlo, mi mano abierta y estirada en completa aceptación. El amor no muere, queda latente en cada suspiro que se nos escapa, queda vibrando en la esperanza que acurrucadita se esconde en las rendijas mas profundas de cada corazón, queda dispuesto como ave fénix a renacer de sus cenizas y recrearse de su propio ser y así, de esa forma esto que sentimos permanece en el por siempre y queda en mi hasta el final