Para Ma Eugenia
Subir dos gradas, asomarse al escaparate, ver los flamantes dulces con tiras color caramelo y con una voz que ya han olvidado, pedir valientemente:” Quiero 25 centavos de Besitos” para luego caminar presurosas, estirando la zancada tanto como las piernas flacas y llenas de arañazos se los permitieran para regresar a la casa de la 5 calle, evitando, so pena de muerte, “machucar la línea”; saltar sobre la cama con edredón de satín rosado, voltear la bolsa de dulces y empezar a contar: “ Uno para ti, otro para mi” mientras se oye a lo lejos una voz querida que ya no esta más que llama: “, Mariiiita!!??, donde se metieron?
O bien, empezar los primeros tanes de competencia, armando casas de muñecas , competencias donde generalmente ella por su paciencia y mayor sabiduría, ganaba al igual que en la competencia por lograr que la Grapetía de la matinal le durara mas para que con sonrisa triunfal y ligeramente maquiavélica, saboreara los ultimas tragos del deseado liquido color uva. Ese bajarse a la orilla del lago, arrastrando colgadas de la calzoneta las toallas de las mamas sin temer la consabida reganada posterior ya que era imperativo contar con las largas colas de vestido de Princesa mientras describían cómo seria el Príncipe Azul, cómo lo conocerían, cómo se llamaría y cómo serian los hijos que tendrían con el.
O bien seguir sigilosamente a las hermanas para observar medio con hipnotismo medio con repulsión los primeros besos que ellas daban. O bien levantarse despeinadas y hambrientas para bajar a comer los frijoles mas deliciosos del mundo hasta llegar a pedir la quinta repetición mientras una hermana con voz burlona y suplicante pedía: “Beatricita…cántanos una canción”.
O bien la compañía constante mientras la otra vestía al gato con la ropa de las muñecas e insistía no solo en hacerlo hablar sino en que se mantuviera acostado boca arriba en el carruajito de su Fernandito personal.
Aun puedo sentir los aromas de su niñez…
Aun puedo verlas agarradas de las manos, en una especie de lucha libre o en un pulso feroz embebidas en diferencias que nunca llegaron siquiera a lacerar levemente la plena confianza que nació en la niñez. Aun puedo sentir la presión de la falta de aire en sus pulmones mientras jugaban a ser sirenas o a decirse palabras debajo del agua para al salir a respira para contarse que había dicho la otra. Aun veo las lagrimas corriendo o la pregunta en las miradas, y aun escucho, las voces rezando, o sonando o riendo francamente.
Luego vino la juventud, ella creció primero y se fue un poco, luego a su vez creció la otra, y volvieron a ser compinches, ahora en el juego del amor. Cada novio era discutido, aprobado, desaprobado; cada travesura compartida…y cada ganancia o pérdida, sobrellevada en forma conjunta. Recuerdo la sonrisa y veneración en su mirada viendo a la Churra y al Churro bailando cheek to cheek en la casa de la 1 calle y las camaradería que desde temprano compartió con su padre. “Marus, nos vamos de viaje?” Si Julio, vámonos de viaje!
O los estragos de la primera goma mientras el padre de una divertido las observaba y se burlaba de su temeridad
Mas tarde llego la primera perdida de tantas otras que habrían de compartir- la inocencia perdida, la muerte del padre, la violencia sorpresiva, la partida del hermano, la muerte de las hermanas, la perdida paulatina de la madre, el desencanto de la edad madura, el dolor por los fallos ajenos; surcos tremendos en sus campos verdes tan llenos a la vez de luz, lluvia, rocío y ocasos placenteros.
Ella y solo ella, doblo a su lado la ropa de muñecas, le enseno de Guillermo Brown y luego de Víctor Frankl, leyó con voz de niña sus primeros poemas, atisbó tras de su hombro sus primeras cartas de amor, le pidió que le escribieras sus poemas, extendió su velo blanco, estiro la sabanita de la primera hija, la sostuvo mientras decía el ultimo adiós a tantos, escucho sus sollozos y supo decir ya basta cuando fue necesario.
Ella y solo ella supo de su dolor más profundo, de su alegría más grande, de sus guerras internas, de su sentimiento de abandono y de sus culpas y secretos. Ella y solo ella bailo sus canciones favoritas y supo danzar en su boda aun en medio de su fracaso, ella y solo ella la acompañó en sus amores, escucho sus desvaríos y a su vez la sostuvo en sus decepciones, Y la ha llevado como una extensión propia de si misma, la ha seguido en sus laberintos intentando comprenderla y he confiado en su alma como si fuese la de ella!
Los sueños… se hicieron realidad? No, pero vivieron más de lo imaginado. Nunca supieron que la vida seria tan ardua y tan magnifica al mismo tiempo y hoy saben que esa dulzura de todos esos anos las ha hecho fuertes y las ha hecho hermosas; aprendieron, si, y se equivocaron, mas el retornar no ceso nunca de fluir. Pocos comprenden lo vivido y aun menos , se acercan a ese entendimiento que no necesita palabras ni promesas, ni disculpas ni justificaciones y que va mas allá de los lazos de sangre, porque los ecos de las voces de dos niñas con trenzas-” una Morena y una Rubia” – que compartieron un mundo mientras se formaban dentro de la soledad tremenda que significa crecer repercuten aun como fantasmas persistentes que acarician soledades en las tardes tranquilas, y sin duda alguna, atraviesan distancias venciendo tristezas y vacios.
Y hoy entrando ya al otoño sabido, pienso que las cosas no han sido exactamente como predijimos un día, sin embargo a pesar de los caminos diferentes, de las ausencias y perdidas y de lo que las obligaciones imponen, aun escucha las risas y las voces de aquellas noches de sueños y sabe que no puedo haber sido mejor de lo que ha sido. Han estado, han comprendido, han acompañado, han honrado ese cariño. Cada una armo su propia casa de muñecas y lo hicieron lo mejor que se podía, cada una se ha bebido el néctar de vida que tocaba y ha ganado en sabiduría; ella camina sus caminos amplios; la otra camina los de ella, quizás mas empinados pero llenos de horizonte. Un día, se encontraran de nuevo, saltaran la cuerda, cantaran sus canciones sentaran a hablar de Diego invitando los recuerdos de los que un día estuvieron, se sentaran en la esquina donde pegue el a disfrutar de los atardeceres y cuando la primera haya de partir , la otra se lanzara por los caminos de Santiago propios a dar gracias a Dios por la presencia infinita de la que estuvo, esta aun y estará por siempre.
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