DOMO

El silencio y la calma me parecen fascinantes, nada que hacer, ninguna llamada que esperar, nadie con quien querer hablar mas que con el mundo

Esta soledad sabe esta mañana a miel. Anoche quizás supo en un par de momentos a pura hiel…y era la misma, de lo que deduzco sin temor a equivocarme que no es el estadio en si sino las circunstancias. Cuando es escogida es maravillosa, cuando es impuesta por abandono, odiosa, fulminante.

Y sin embargo anoche, a pesar del par de llamadas y consecutivos ofrecimientos, la preferí antes que nada. Segura que no consiste en mi como persona, ni en mis circunstancias particulares, veo que todos estamos tan solos como nacimos o mejor dicho tan solos como morimos porque al nacer al menos habían un par de manos que te esperaban.

Me fascina el silencio y reconozco mi egoísmo. Lo bueno de esto es que nadie me fastidia. Nadie me pide, no tengo que fingir nada, ni esperar nada, ni darme cabezazos contra la pared.

Me gusto yo, me gusta mi compañía, me gusta el árbol en mi ventana, me gusta saber que no hay presencias que aprieten ni momentos extenuantes donde tenga que aparentar. El precio, "la temida soledad".

Porque no me engaño. El tiempo, mi tiempo , ya paso; de aquí en adelante desde el siglo 21, son pulsos de poder , de inteligencia y de sobrevivencia...nada mas...

Nada de sueños realizados o verdaderos compañeros. Enseñanzas si, sobre egoísmo, sobre negocios, sobre cómo utilizar mejor al que te extiende la mano.
No hay promesas, ni fidelidad alguna, pocos conocen la lealtad, todos son expertos en no involucrarse. Ergo, la soledad. A unos les pesa tanto que se pasan las noches de cama en cama no solo con una sino, si es posible, con dos. Esto es un hecho ya sea en su imaginación o en la realidad, depende de las posibilidades y de la temeridad.
Amigos si, pero pocos sinceros, al pie del cañón, sin motivos ulteriores o egoísmos. Yo tengo 5. Y no se cuantos me incluyen en sus listas.

Imagino a los que un día estuvieron cerca y los veo exactamente donde están...envueltos entre sabanas a saber ni con quien después de una noche de farra -vacios, gastados e inalcanzables; o solos, embebidos hasta la madre en conexión directa con el cable o su laptop; o acompañados en compañía de lo que este disponible, -horror! que espantoso puede ser el temor a la soledad!!!!! o bien llenando vacios, sintiéndose grandes en el cumplimiento de la responsabilidad, el dogma o los principios fundamentales de la negación. Por mencionar unos cuantos. Igual de solos están solo que con el agravante de un vivir desesperado con vestidos de temor.
A mi, por lo menos, me agrada. Al menos hoy siento que me llena

Si viniese alguien ahorita que me exigiera tiempo y atención y a quien se lo debiera, cumpliría con desgano; si viniese alguno que me ofreciera el cielo, no solo estaría segura que no lo ha encontrado sino que le cerraría la puerta...o quizás-siendo sincera- volvería a ilusionarme pensando que si existe, aunque se que no duraría mas de cuatro horas y que de todas formas, no lo alcanzaría. Si me llamasen para ir a correr, bailar, cenar o simplemente conversar, no contestaría tal es el tedio que me envuelve y que me permite disfrutar este momento.

El silencio se acrecienta a medida que pasan las horas, el día gris invita a esto y si apareciese algo "bueno", me gustaría ser lo suficientemente inteligente para redefinirme la palabrita para poder tranquilamente y sin un solo titubeo cerrar de nuevo la puerta en sus narices.

Por ahora, me quedo aquí, así, sin dolor por nada...sin moverme apenas, satisfecha de estar entre mis sabanas, satisfecha de sentirme pensante, satisfecha de no haber cedido contentándome con mis errores, satisfecha de no haber continuado vendiéndome entre comillas, satisfecha de haber puesto el hasta aquí que por su peso ya caía.

Nada es gratis en este mundo, todo, absolutamente todo tiene su precio.
Y mientras lo pago, me detengo y veo al viento juguetear con las ramas de mi árbol, recuerdo lo bueno de lo poco tenido-sus besos, su voz y sus sonrisas....-y dejo que mi alma siga buscando un respiro