Después de una tarde de realidades crudas, de sepultar esperanzas y dejar volar lejos de mi, mis ultimas, pequeñas fantasías, me dejo envolver por aquello que ha alimentado el alma y me pierdo por un momento más entre la poesía y la historia. Escucho tranquila como se van convirtiendo aquellos mensajes de otros tiempos en algo más tangible al trasladarlo al propio idioma; y, ensimismada y feliz en ese par de líneas de W.B Yeats: “...e inclinada sobre los fierros deslumbrantes, recuerdes a aquel que amo tu alma peregrina” pienso: “debí de haber nacido en otro siglo, debí haber pertenecido a esos tiempos, encajaría mejor talvez o quizás todos hablarían mi mismo idioma....y entendería un poco mejor todo”; pienso también que todo ese romanticismo ha sido plasmado en mi de tal forma que no habría de haber pierde ni tampoco salvación... De repente, se abre la puerta que divide las clases de primero y segundo y empiezo a ver caritas no esperadas en esos momentos que, por varios años, siguieron - a veces con entusiasmo, otras con interés y a veces con desafío- mi voz y mis pisadas, y realizo en un instante que están allí para decir ese adiós que ha sido tan temido y de cierta forma tan negado.
Me preparo mentalmente y me digo, “Vamos, vamos, vale la pena el esfuerzo; acordate de lo que te ha pedido Robertío, “Valiente y firme como gladiadora”"... y hasta empiezo a hacer respiraciones.
Veo a Anita con esa su sonrisa campechana, feliz de haberme sorprendido, a Muñeca siempre solícita, tomando fotos para que el momento perdure, a Carmen , tan solidaria, atenta a decirme, aquí estoy y te quiero; a Gustavo, mi mentor y amigo, que ha conocido secretos de mi pluma y quien con gesto amable siempre tuvo tiempo para mi, a Marta María viéndome con una mirada tierna, tan llena de amor!, a la Georgette con esa dulzura que pone en cada gesto, a Paulina, sonriente, aun cuando este triste, a Lucrecia fuerte, segura y tan sabedora de lo que es ser una hermana, veo esas varias miradas, jóvenes algunas, otras llenas ya de una cierta comprensión y entendimiento, que me devuelven la mía y me dicen que lo que di ya es de ellos y que, como yo, han aprendido a amarlo.
Y empieza Lucrecia a contar nuestro cuento y mientras la oigo a veces sonrojada, a veces hasta un poco orgullosa, a veces feliz de saber lo que he vivido; me sorprendo pensando que me hubiera gustado conocer a esa persona de quien ella está hablando, que por un momento me hubiera gustado parecerme a ella, que me hubiera gustado ser su amiga...y en medio de este caos sonrío ante ese pensamiento y amo más la vida por regalarme momentos tan preciosos.
Cuenta de mi primer día en la traducción, cuenta también de cuando gane el examen, cuenta de mi discurso en la graduación y aun a mi misma, me hace reír tanto cuando cuenta de la conferencia dada en el Mariscal Sabala, del outfit escogido y como tras tanta seriedad me sale lo mío y conquisto al Capitán Lima hablándole de mi sueño de saltar en paracaídas (al menos voy creciendo en sabiduría y precauciones). Río cuando les cuenta como remedaba mi paso de corredora y bajo un poco la vista cuando concede que he logrado ya mis 21 km. -3 horas, por Dios, que verguenza!!!
De cómo sus hijos le cuentan que vieron a “la engazada” corriendo por allí, por El Portal del Ángel....De cómo adopté a Gustavo y cómo sin darle tregua lo atormenté por un tiempio con mis cuentos y poesía.
Cuenta también de mi saber darme enseñando y sobre todo de mi saber darme sabiendo ser esa amiga. Cuenta de muchos gestos y a pesar de saberme tanto error, comprendo lo que prevalece y se que no me voy del todo.
Y, recordando quizás un comentario emocionado que surgió después de ver una película-(“ de todos los homenajes que hemos visto y discutido, de los gestos que alumnos y colegas saben darle a quien honor merece, el mas grande, el mas emotivo, el que más reconocimiento lleva es el momento en que cada uno de los catedráticos coloca en el escritorio una pluma”) .. Lucrecia, con una sonrisa que ilumina el cuarto se levanta y me dice: “Así, como un día me dijiste,... pues éste es tu día ...y deposita en mi escritorio, con el mas generoso gesto de cariño y despedida, la pluma dorada más linda y de más valor sentimental que nadie me haya dado en esta vida y tras de ella con una sonrisa mezcla de alegría y mezcla de tristeza veo desfilar a mis colegas, a mis amigas, a mis alumnos, cada uno con su pluma para mi. Y sin siquiera tratar de evitarlo, me tapo la cara con las manos y empiezo a sollozar! Cada vez que me abrazan, que me hablan, que dejan su pluma, me dicen que lo he logrado, que puedo, que sabré salir adelante y lo único que percibo es que logré sembrar y que soy tan afortunada, que puedo ver futuros y que ante mi esta la imagen de la flor que siempre quise que existiese.
Termina la noche, paso donde Mariel, quien ofendida aun por no haber sido invitada- “son tanto ya los ex alumnos”- me espera con su pluma, a pesar de todo y contra todo, y con estas palabras termina la noche con su gesto único y siempre solidario: Las letras inspiran pero los testimonios de vida, mueven!
Se que no me lo merezco, se que es demasiado
pero aprendo un poco a recibir y a agradecerlo
y mi corazón se aprieta un poco más
Habré de regresar a esas paredes?, mi décimo piso donde también conocí el cielo... donde aprendí enseñando, donde soñé contando...donde logré por un instante que las personas vieran lo que quizás no habían querido ver nunca?. Qué será de todo? Nunca ha sido todo más incierto y sin embargo todo está bien y es claro.
Y aunque las fantasías vuelen y los sueños sean destruidos, aunque hayan tardes cargadas de ternura donde sin palabras los adioses se tejen inexorablemente, aunque querer cobre su precio en oro pero también en sonrisas, aunque me vaya y se me quede mi corazón entero, como dice la Muñe, “pa’lante porque pa’tras ni pá coger impulso”.
Beatriz
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