Esta tristeza como abrigo viejo de invierno
no me la puedo quitar ni dentro de la casa,
y cuando me duermo y me despierto sobresaltada
y durante un instante no recuerdo dónde estoy, ni quien soy, ni que ha pasado,
me doy cuenta que me envuelve igual, que nunca se ha marchado,
que me sigue y persigue y no me da descanso, ni tregua , ni sosiego
Como trapo viejo gastado de tanto que se ha usado, raido en ciertas partes,
mi abrigo de invierno a veces no protege y el frio se me cuela y me atraviesa
y me sacude y me levanta y me quiebra y me estremece
y me hace dudar que alcance al otro invierno …
pero para qué es que quiero llegar a otro invierno
si para mi no habrá mas nunca primaveras???
Me arropo con promesas y pienso que habrá de irse un día,
y sin embargo este invierno presente, largo, fuerte, mustio
encuentra por si solo dónde penétrame
y se hace mas fuerte y se torna mas cenizo
a medida que su voz se desvanece y su mirada se pierde en mis recuerdos.
Y como estos días grises que me envuelven desde que amanece,
la ausencia de aquel que tanto ame se extiende como cielo entrapajado
manchado de nubarrones que no prometen nada mas que lluvia eterna.
Mi abrigo pesa como pesa todo abrigo grueso,
pesa por los inviernos vividos y pesa aun mas por los que se adivinan
y como paño plañidero que no encuentra consuelo,
se arrastra tras mis pasos y el murmullo suave del eco de mi alma
me recuerda suavemente que nunca he estado mas sola que esta tarde.
Esta tristeza como abrigo viejo de invierno
que no cubre mas nada de tanto invierno visto,
me envuelve, me doblega, me encorva, me hace vieja
y su roce en mi piel se torna parte mía
como el eco del murmullo de aquellas palabras que nunca se cumplieron
y como a trapo viejo de tanto que se ha usado
lo veo con desgana, me lo pongo y enfrento lo que venga sabiendo que es la nada
Beatriz Illescas Putzeys
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