Las guerras se libran sobre los campos, 
sobre los sueños y sobre las noches
en las trincheras en cambio se  acrecientan  los  miedos 
aunque estemos rodeados de claridades palidas.
Las guerras y  batallas se ganan al frente 
en las trincheras en cambio tomamos un respiro 
nos detenemos solo por  un instante largo
para sanar heridas sin esperar cicatrices.
 
 Las guerras se ganan rompiendonos a medias, 
perdiendo sangre, y  perdiendo vida,
 llorando muertos, llorando suertes. 
Se ganan perdiendo  pero arriesgando, 
sudando fuerte, peleando duro, 
probando hasta dónde, retando destinos.
En las trincheras el aire es demasiado turbio 
 y el lodo nos cubre sin que nos demos cuenta     
 
Las guerras se libran con la frente en alto, 
con un grito salvaje, con el último aliento, 
no acomodándonos dentro del barro 
tan lleno de sangre de atrincherado olvido
Las guerras se ganan ...o se pierden 
mirando de frente,
haciendo hacia un lado esquemas fijados; 
se ganan, se  pierden pero se batallan.  
 
Las guerras, nuestras propias guerras, 
se libran día a día con cada paso dado, 
con cada nuevo anhelo, con cada nueva entrega;
 a pesar de un corazón que sangra
 a pesar de las  promesas rotas, 
con alas extendidas, y sin abandonar ideales
con un puno cerrado listo para defender
con una mano abierta lista para dar 
 
Y nuestra espada es el alma que lucha invencible.  
Y nuestro escudo es la fuerza que impela al coraje
y nuestro yelmo el saber que buscamos la paz.
En las trincheras se quedan nuestros miedos más grandes, 
las pobres cobardías, los sueños negados
la posibilidad de ser, el espejo del no ser
la fuerza primaria que abandonamos un día
lo que nos traiciona y aun peor,  lo que hemos traicionado 
 
En las guerras vivimos aunque al primer paso, 
nos arranquen la vida,  nos desangren el alma, 
nos ciegue la luz,  nos pierda la noche, 
nos quebranten los suenos, nos abran las heridas
En las trincheras en cambio  si  quedamos, morimos 
Y aunque la tregua nos encuentre despiertos  
la podredumbre inmensa de saber lo perdido
nos alcanza hasta alma y la enferma por siempre 
 
En las trincheras morimos de a pocos, por instantes, 
no hay nada más triste que fallarse a si mismo
ni nada mas duro que soledades colmadas 
En esas trincheras ahogamos futuros, cedemos esperanzas
perdemos todo aquello que ha de sostenernos... 
No estamos en el mundo para venir a estancarnos 
ni para sabernos tibios, ni para quedarnos a medias,
ni estamos tampoco para luchar en el fango,  
 
 
Vinimos aquí a terminar el  combate
Aun si se presenta cuesta arriba, contra el mundo
Estamos aqui por nuestros campos verdes 
y si han de haber batallas habrá que ver como enfrentarlas
...  salir menos completos y mucho mas enteros.
y aunque en nuestras guerras resultemos rotos 
si abandonamos trincheras, caminaremos erguidos 
                        y serán nuestro los bosques    
 
 
Beatriz
 
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