Tuesday, March 22, 2005

Sir Walter Raleigh

Para mi amiguito de los ojos puros,


Siempre he tenido una debilidad por las películas. Desde chiquita. Recuerdo perfectamente aquellas en blanco y negro de mi niñez y ahora, tantos años mas tarde, puedo disfrutar de las nuevas con tanta desfachatez y alegría como cuando la vida era mas facil..
Por eso cuando me contaron que había alguien que conseguía buenas copias quede encantada con la idea. Allí empezó una relación que aparentemente se limitaría a meros : “Cuáles son las ultimas que ya tiene?” (respuesta directa) “O.K Quiero esta y esta y esta, ¿para cuándo me las tiene?” (respuesta escueta y directísima y nada más!). Y como relojito el día ofrecido me entregaba su mercancía. La primera vez que le hable me llamo la atención algo en su voz...una cierta inseguridad, pero también una tremenda muestra de educación y respeto. Daba gusto hablar con el siempre!. Y cuando lo vi por primera vez, cuál no sería mi sorpresa al ver que apenas me daba el alto, que aun no tenia esbozo de barba, que sus ojos mostraban tanta candidez que enternecía y que ese respeto y educación de su voz se repetía en todos sus gestos. Y poco a poco, entre conversaciones cortas y pedidos por correo electrónico fue descubriéndose mas con gestos y palabras.
Esa aparente inseguridad se fue mostrando como lo que realmente era, gentileza mezclada con extrema juventud. Eficiente y callado, Sir Walter cumplía con lo que ofrecía y entre malabarismos mantenía su página Web, atendía a sus clientes, aprendía italiano, tomaba cuanto curso podía, estudiaba mucho e iba al colegio. Lejos de ser “enamorado, parrandero y vividor” más deba la idea de un pequeño tycoon en ciernes! Por un lado era tal su timidez que no parecía que se hubiese enamorado todavía o talvez si ya había probado su corazón esa inquietud pero por otro lado y francamente, la impresión que daba era que estaba demasiado ocupado navegando los mares de su propio crecimiento. Cuando llegaba, en la casa solíamos preguntarnos y suponer qué haría con sus ganancias... ¿las invertiría? ¿Las ahorraría? ¿Las gastaría a lo loco? Y lo imaginábamos en su casa, en una esquina de un cuarto, rodeado de las más alta y sutil tecnología, inversión que seguramente con la ayuda de su padres había logrado. A mi en lo personal me producía una especie de risa amalgada con admiración...era tan chiquito, tan emprendedor y serio...y a veces me preocupaba ..no quería que los “so called” justos y correctos “diga no a la piratería” pudiesen enterarse de el y hacerle daño.
Y así se mantenía la relación; le llamaba, me estragaba el pedido, se marchaba y en un par de meses volvía a saber de el. O el de mi.
Poco a poco fui conociéndole aun mejor. Y respetándole y queriéndolo un poco más. Supe que entraría a la U a los diez y siete años, que sería en su graduación el primero de su clase, que trabajaba duro para darle a su padre el orgullo de ver en el un hombre de bien y que esperaba devolverle algún día algo por ese haber sabido ser un excelente padre y madre a la vez, que siempre esperaba que su madre lo pudiese ver y se sintiera orgulloso de el y qué fallar le era doloroso. Inevitablemente fui comparándole con tantos otros jóvenes a quienes de alguna forma mi vida y lo que se hacer me había llevado a tratar de darles; jóvenes desmotivados, vagabundos, vacíos de querer ser alguien, cansados de exigirle a la vida y exhaustos de recibir tanto...
Inevitablemente la figura de mi Sir Walter erguido, digno y grande en su pequeñez cuestiona a los moralistas que ponen en duda sus principios al argumentar y querer sancionar su trabajo. A quién daña mi pirata? A empresas multimillonarias que corrompen a la juventud y que usan al ser humano y le llevan hasta las miseria mas bajas? No siempre todo es blanco y negro puro. En cuestión de principios debería serlo, pero no siempre lo es. Cuando Isabel mandaba a su piratas a atacar a los buques de La Armada Española que venían cargados de oro de sus saqueos y matanzas en la nueva España....quien sería mas pecador? Ella y sus piratas ingleses o los españoles campantes y seguros llenos de oro ajeno y mal habido. Acaso no dicen por allí que “ladrón que roba al ladrón tiene cien años de perdón”? Yo no se nada de muchas cosas y en realidad la piratería me importa un comino. Coincido con Andrés quien dice que lo que hacíamos de los mas tranquilos hace 20 años hoy seria sin duda tachado de incorrecto, criticado y hasta penado por la ley! Tampoco se si tenemos alguno la salvedad moral de cuestionar los actos de los demás seres humanos, solo se que mi Sir Walter es un caballero, que va a llegar lejos y que su esencia es pura.

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