Sunday, October 01, 2006

La Muneca caida

(“Y al sentirse olvidada lloro lagrimitas de aserrín”…)

Esta de nuevo tirada en la orilla, sin vestido y con el pelo alborotado. Su carita sucia toda llena de tierra y sus piernas torcidas en posición extraña. Su cuerpo de trapo, húmedo de la lluvia que nunca llegó a secarse luce mustio y hasta un poco arruinado, talvez por la lluvia esa es que siempre tiene frio aun cuando el sol la roce brevemente.

La gente pasa y algunos la voltean a ver, reconocen en ella que hubo un tiempo bueno, la imaginan recién estrenada, reluciente, con olor a nuevo, con el vestido intacto, con sus zapatitos rojos, con el pelo perfecto y bien peinado y sus enorme ojazos color violeta y su boca fruncidita en forma de beso.

Pero nadie la recoge , para qué si hay tantas mas nuevas, mas bonitas, mas modernas, con nuevas gracias? …reconstruir esta seria dificultoso; lavarla, peinarla de nuevo, conseguirle un nuevo traje que le quede justo, dónde, cómo?, y como ocultarle los pies tan lastimados por la lluvia y por tanto fango que la ha manchado?

Ella inmóvil y en silencio los siente pasar, los mira pasar y a nadie llama. Siente las manos que jugaron con ella, el calor brindado, las caricias perdidas y recuerda las risas que provoco un día…. y recuerda también cuando la abandonaron.

Se deja perder en la memoria del espacio de su caja de nueva y hasta siente el olor tan familiar de ese tiempo donde tras una especie de vitrina cuando era intocable la gente la observaba extasiada, la deseban y sonaban tenerla y ella se encontraba a salvo.

Un brazo le cuelga inerte, y aunque pudiese no quisiera ya estirar sus manos. Las piernas, lastimadas, no podrían caminar de nuevo, ni aunque se les rellenara con aserrín nuevo; lo que las sostiene ha sido dañado y ya no hay repuestos. El pelo se le ha caído y muestra varios hoyos en su cabecita pelada. Y sus pestañas que antes al moverlas batía diestramente, se cayeron en partes dándole un aspecto de asustada, o sorprendida.

La ven tirada y no la ven realmente. Nadie sabe que fue tejida con hilos de oro, nadie mira que su corazón es un diamante tallado y transparente, nadie creería que detrás de esa cabecita a alguien se le ocurrió dotarla con mas de un pensamiento, nadie se ha encargado de pesar su peso de plata, a nadie le contaron que cuando la hicieron le regalaron no solo su exterior hermoso sino por un azar de un capricho le dieron también un interior precioso. Nadie podría creer que un día a ella con un soplo divino le dieron en un alma.

La pobre muñeca caída mira el mundo y lo sigue viendo hermoso, siente la luz atravesar en halos los árboles y cada una de sus sombras y ve el cielo trasparente invitándole a creer de nuevo, siente la brisa alborotar su pelo y recuerda sobre si el despertar de su piel tras besos suaves…el mundo la mira a ella y la ve fea y la ve vieja, y la ve gastada. Y sin valor alguno. Y ella se sabe un poco nueva aun, se siente fuerte aun, se piensa digna aun y aunque eso la llame , le invite a seguir esperando, aferrándose con esfuerzo al ultimo rayo de sol de su última tarde, abandona el aserrín y también los hilos de oro y se deja partir hacia playas mas lejanas y mas tibias, donde quizás alguien con verdad le cante, “Nosotros no somos asi…”

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